A pensar más en el presente, lo demás por añadidura

Por: Jorge Espinosa

Sin duda, la pandemia nos ha exigido a todos en diferentes niveles, pues hemos tenido que adaptarnos a nuevas rutinas y responsabilidades, muchas de las cuales considerábamos lejanas o fácilmente delegables; nuestra voz ejecutiva interior nos decía: “tu responsabilidad es construir el futuro, deja que otros se encarguen de las tareas de la cotidianidad, como las labores domésticas o el cuidado de los niños”; sin embargo, hoy todo es diferente.

Hemos tenido que revaluar el concepto y dejar de pensar tanto en el futuro para fijarnos más en el presente; claro, esto implica que los resultados de mañana serán congruentes con la forma como afronto el día a día. En síntesis, gracias a esta crisis por el coronavirus nos hemos concientizado de que, si queremos tener un mañana, primero debemos afrontar el presente.

Esta reflexión aplica para muchos (por no decir todos) niveles de nuestra existencia; sin embargo, en este caso quiero referirme específicamente al entorno empresarial, pues se observa que algunas compañías siguen luchando por construir planes estratégicos de largo plazo y descuidan entender y asimilar adecuadamente el presente. Tales organizaciones ignoran que a partir de cómo se afronten las circunstancias de hoy, resulta más fácil entender los retos que depara el futuro.

Vivimos una etapa que sabemos que será corta, tal vez de meses; claro, un periodo no tan corto para ignorarlo, ni tan largo como para echar a la basura los planes de crecimiento definidos previamente; sin embargo, es un periodo que exige redistribuir nuestras energías, privilegiando la acción presente sobre la futura.

Para entender el significado de centrarnos en el hoy, las marcas deben cuidar dos aspectos que me parecen esenciales: el primero es la empatía con sus consumidores o clientes y el segundo es la adaptabilidad a las condiciones actuales. Así como al interior de los hogares se aprovecha esta época para ajustar sus rutinas de manera que no solo puedan sobrevivir, sino crecer en medio de la realidad actual; las empresas y las marcas también deben acercarse a sus clientes para conocerlos y acompañarlos en su adaptación de este periodo, del cual, aunque finito, desconocemos cuánto durara.

Hoy todos, incluidos los responsables de la construcción de marcas, deberíamos apoyar lo esencial y básico de la humanidad (desde solidaridad, hasta respeto por las labores más humildes); también deberíamos reflexionar en cómo podemos adaptarnos y aprender rápido de la situación. Seguramente el consumidor en cuarentena no tendrá en su mente el lanzamiento del nuevo sabor de un producto ni tampoco espera un promocional con el artista o deportista del momento, quizá valore más si puede acceder al producto de una manera segura para la salud de su familia o con un precio que le ayude a superar este momento. Se trata de pensar simple, pues no hay muchos puntos de contacto con las marcas y los pocos que se tengan, se deben aprovechar al máximo para optimizar el alcance y proyectar así la marca en el futuro.

Como investigador también he aprendido que hoy no se trata de diseñar estudios complejos, sino plantear aquellos que permitan entender puntualmente las necesidades de un consumidor en cuarentena y que den luces de cómo las marcas pueden empatizar con sus clientes y acompañarlos en su adaptación a las nuevas condiciones.

No se trata de minimizar la importancia que pueda tener este momento; por el contrario, debemos aprender a aprovechar esta etapa de profundo aprendizaje acerca de lo que significan la empatía y la responsabilidad social de las marcas, pues creo que, al finalizar este periodo, cuando sea momento de hacer balances, las marcas que hayan entendido la importancia de vivir el presente y el ahora, por encima de la obsesión con el futuro, serán las que recojan mejores frutos de lo que hayan sembrado.